Entrevista a Marcia Tambutti Allende: «En Cannes, sentimos que todo el esfuerzo estaba recompensado»
Marcia Tambutti Allende, nieta del antiguo presidente chileno Salvador Allende e hija de la senadora Isabel Allende, presenta en Cannes un documental sobre el aspecto más íntimo de su abuelo y su familia titulado «Allende mi abuelo Allende».
Cuando Marcia era pequeña, sólo conocía a su abuelo por los carteles que guardaban los exiliados chilenos y por lo que se decía de él como hombre político. Sin embargo, en su familia lo que se guardó durante décadas fue un gran silencio. Hablar sobre el Salvador Allende padre, abuelo y hombre que siente se había convertido en tema tabú, en gran medida, por el dolor de ésta y más pérdidas que sufrió la familia, tras el violento golpe de estado de Pinochet, aquel 11 de septiembre de 1973.
Hoy Marcia T. Allende presenta el resultado de más de ocho años de investigaciones en el seno de su familia. Allende mi abuelo Allende, seleccionada dentro de la sección Quincena de los Realizadores y que además compite por la Cámara de Oro en el Festival de Cannes, es una reconstrucción de la relación familiar con el presidente y cómo, después de su muerte, el silencio, el dolor y el exilio marcaron el rumbo de sus allegados, por medio de sus propios testimonios, desde su esposa Hortensia Bussi «Tencha», que falleció a sus 94 años durante la producción del documental, su hijas y sus amigos cercanos, hasta sus nietos, generación que heredó el silencio y el dolor de los pocos recuerdos de la época.
Costa Azul Digital: Primera película y directa a Cannes… ¡enhorabuena! ¿cómo pasó?
Marcia Allende: El encuentro con Cannes fue maravilloso. Cuando justo estaba el equipo de Chile Factory buscando material para presentar en Cannes, llegaron a la casa productora donde nosotros estábamos terminando la película y entonces fueron ellos los que decidieron presentarla. Fue una de esas cosas bastante mágicas. La vieron y les gustó bastante.
Y cuándo le dijeron que estaba seleccionada…
Pues fue como difícil de creer. Estábamos muy contentos, sobre todo, porque fue un documental muy difícil que nos llevó muchos años. Y yo creo que es un reconocimiento para el equipo que me acompañó que, sin duda además de ser mis amigos del alma, han sido muy solidarios y tienen un talento enorme. Yo era bióloga, por lo que me apoyé en gente de mucho talento y, al final, sentimos que todo ese esfuerzo estaba recompensado; todo el tiempo dedicado. Evidentemente no estuvimos los siete años trabajando todo el tiempo, porque, cada vez que teníamos dudas, parábamos un tiempo para reflexionar y madurar la historia pero el equipo maravilloso me acompañó en todo momento.
Ya desde pequeña, como vimos en el documental, tenía dudas sobre cómo era su abuelo, pero ¿en qué momento de su vida siente que es importante investigar más en profundidad y mostrarlo en forma de película?
Lo de «tengo que enseñar todo esto» es algo que siempre me provocaba un conflicto. Por un lado, quería compartirlo, pero nunca deje de sentir un cierto pudor. Lo que sí es seguro es que desde que decidí -que decidimos con el equipo- de hacer la película, mi meta era hacerlo muy honesto. La fortaleza está en la transparencia. Me costó mucho, incluso hice terapias sobre cómo preguntarle sobre estos temas a mi abuela sin hacerle daño… En fin, si decidi hacer una película creo que era porque era muy ignorante y no sabía lo complicado que era (Risas). Yo pensaba: «Bueno, voy a hacer un paréntesis en mi vida dos años…»
Y fueron ocho…
Claro, yo antes vivía en México y durante mucho tiempo quería volver, pero todo se fue complicando. Si hubiera sabido lo difícil que era hacer cine no lo hubiera hecho.
Durante todo ese tiempo, ¿cuál fue el momento más duro y, por otro lado, el que más alegría le dio?
Hubo muchos y en distintos ámbitos. Me costó dejar de ser independiente, tuve que volver con mi mamá, se me gastaron todos los ahorros… desde cosas así, como las muertes de personas cercanas a mí. Pero, al mismo tiempo, hubo estos momentos de sentir que igual era bueno para mi familia y yo creo que sí y que mantenerse ahí era como decir «espero que a la larga esto nos haga bien». Y ser consciente de que, a pesar de que lea cuesta mucho y se quieren proteger, están haciendo un esfuerzo por responderme.
¿Cómo se tomó su familia la decisión del documental?
Tenía un primo que no aparece porque desde el principio me dijo «Yo no quiero aparecer. Conmigo no cuentes» e igual no vive en Santiago así que era muy difícil. Pero cuando vio el documental me dijo: «¡Qué bueno!». Estaba realmente muy emocionado. Yo creo que lo importante era, en esta generación, hablar sobre cosas que nunca habíamos hablado y empezó a darse una transformación en la familia… No quiere decir que ahora hablemos de todos los temas, pero sí que ha habido un cambio.
Al finalizar la película, ¿sintió que había respondido a las preguntas que se planteó hace años?
Las preguntas van cambiando. Es muy difícil cerrar una película. Siempre hay cosas que pueden hacerse mejor, pero llega el momento en que hay que terminar por el bien de uno mismo y el de todo el equipo. Me quedé contenta y me da la sensación de que el equipo también.
Después de este documental, ¿piensa seguir en el mundo del cine?
El cine, sin duda es mucho más dificil de lo que imaginé. Pero, después de muchos años de sufrimiento le cogí gusto.
¿Quiere eso decir que ya tiene otras ideas en mente?
Sí, pero por el momento quiero disfrutar ésta… (Risas)
Para terminar, ¿con qué característica de su abuelo le gustaría que la gente que vea su película retuviera?
Yo creo que ante todo era un tipo muy cálido. Que todo el dolor era por la ausencia, por ejemplo de mi madre que dice «lo pasábamos tan bien con el que siempre queríamos mas». Y aunque era un padre muy cercano e iba a comer a casa todos los días, siempre querían mas. Él era todo un seductor en el amplio sentido de su palabra y con su familia, también. Entonces todo el mundo quería mas….